
Cada vez resulta mayor la indignación de la población por el descontrol de los jóvenes en moto, que sin ningún tipo de prejuicio, salen a la calle con el único fin de molestar y mostrarse desafiantes ante la autoridad.

Por cierto, no son hechos aislados, porque hace bastante que vienen ocurriendo.
Pero en el último tiempo la sensación de que las calles se volvieron tierra de nadie y de que la situación es imposible de controlar se ha vuelto moneda corriente.
La bronca de los vecinos es absoluta y el mal humor se manifiesta en las redes sociales, que en los últimos días han explotado con comentarios negativos por esta problemática.
En general la mayoría de las quejas están dirigidas al municipio, a quien hacen responsable por la falta de controles.
También a los padres y por supuesto a los propios jóvenes, responsables de tales conductas.
De todos modos, lejos de amedrentarse o de poner fin a sus andanzas, el descontrol ha ido creciendo cada vez más.
No hay un solo día sin que grupos de dos, tres o más motos salgan a la calle a provocar ruido, con cortes, escapes libres o lo que sea.
Por supuesto sin casco, sin patente y sin nada de lo que habitualmente los agentes de tránsito le piden a la gente que usa la moto para trabajar o para hacer mandados.
Controles insuficientes
El municipio, a todo esto, ha venido incrementando los operativos. Incluso la última semana sacó a la calle el Grupo GAD.
Pero por ahora todo resulta insuficiente y los jóvenes parecen mucho más listos que las propias autoridades. Por lo menos por ahora, pese a los esfuerzos destinados por Tránsito, los resultados no han mejorado.
Nadie además explica muy bien cuál es la razón por la cual los jóvenes pueden hacer lo que quieren y nadie los puede salir a perseguir, ir a buscar a sus casas, sacarle las motos y aplicarle las multas que corresponden.
Hay cámaras por todos lados y la mayoría están identificados.
En los operativos, sin embargo, siempre “caen” los mismos. Por supuesto, está muy bien que se hagan y que se controle lo que se tiene que controlar. Como lo establece la ley de tránsito, todas las personas que circulan en moto tienen que llevar casco, papeles y demás. El que va a trabajar o el que sale a pasear.
Pero la indignación de la población es comprensible. A los que más hay que controlar, nadie los controla.
“En la Arévalo no se puede andar más por las motos”
Por dichos de vecinos y automovilistas, la calle Arévalo que comunica Lobos con Empalme es una de las arterias preferidas por los jóvenes para picadas y cortes.
Días atrás se comunicó con LA PALABRA un vecino que vive en la zona, que dijo lo siguiente: “yo no vivo exactamente sobre la Arévalo, sino a media cuadra por la 241. Pero vuelvo todos los días a casa por la Arévalo y no se puede andar más”.
“Hay que tener un cuidado bárbaro con las motos. Hacen lo que quieren. La otra noche volvíamos del centro con mi señora y se me pusieron dos motos de cada lado. Me miraban como provocándome. Obviamente no les dije nada, sino quién sabe cómo reaccionaban”, dijo el vecino con impotencia.
Tiros y explosiones
Otro hombre que también vive en la Arévalo, publicó recientemente en Facebook: “ya empezaron de vuelta con los tiros y las explosiones ¿la policía no escucha?”.
“Todos los días lo mismo. A las 8 ó a las 9 ya arrancan y siguen toda la madrugada. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo rehenes de esta gente?”, agregó.
“Seguro que al otro día ninguno trabaja. Pero yo me levanto todas las mañanas a las 6,30 para ir al taller y no puede ser que no tenga una sola noche de paz”, exclamó con razón en su publicación.